Por: Fenazúcar
Una de las mejores definiciones que existe sobre el concepto de sostenibilidad dice que es “la capacidad de satisfacer las necesidades del presente, sin comprometer los recursos del futuro”. Sin duda es una definición muy acertada, porque al profundizar en ella, descubrimos que esta idea se sostiene sobre tres pilares fundamentales: el cuidado ambiental, la viabilidad económica y el desarrollo social.
En la industria azucarera ecuatoriana sabemos que, más allá de la producción de azúcar, nuestra labor dinamiza regiones enteras, genera empleo, impulsa la innovación tecnológica y muestra un compromiso firme con el medio ambiente y las comunidades que forman nuestro entorno.
Si hablamos del tema ambiental, podemos citar que uno de los aspectos más destacados de la sostenibilidad es el hecho de que los 5 ingenios miembros de Fenazúcar: Valdez, San Carlos, Agroazúcar, Ingenio Azucarero del Norte y Monterrey, responsables del 96% de la producción de azúcar en el país, hacen uso eficiente del bagazo de caña para la generación de energía eléctrica limpia. Gracias a este proceso, los ingenios no solo se autoabastecen energéticamente, sino que también aportan energía al sistema eléctrico nacional. Esta capacidad de transformar residuos en energía renovable reduce significativamente la dependencia de combustibles fósiles y las emisiones de carbono. Además dentro del mismo pilar ambiental, vale la pena destacar el uso de biotecnología para el control de plagas y fertilización de las plantaciones de caña. Estas iniciativas contribuyen favorablemente en la consecución de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, número 13, de acción por el clima, y el número 15, al promover prácticas agrícolas responsables que ayudan a conservar la biodiversidad y a gestionar los recursos naturales de manera eficiente.


Vale la pena destacar la constante inversión en innovación y eficiencia, como la reciente introducción de la nueva variedad de caña de azúcar EC-10, hecha por Centro de Investigación de la Caña, CINCAE, variedad más resistente y de mejor rendimiento, que representa perfectamente nuestra vocación por una mejora continua y una adaptación a los desafíos del futuro.
Desde el punto de vista económico, y de la mano del ODS número 8, referente al Trabajo Decente y Crecimiento Económico, la industria azucarera también contribuye, pues fomenta el empleo digno en sectores como el agrícola, siendo así que en Ecuador, la cadena de la caña de azúcar para azúcar, genera más de 40 mil empleos directos y más de 200 mil indirectos en todo el país. Estas cifras reflejan el impacto productivo, y además, la capacidad para sostener a miles de familias, dinamizando otras actividades económicas asociadas, además de la agricultura, a la producción de alcohol, servicios, transporte y logística.
En el plano social, la industria azucarera ha estado ligada tradicionalmente al desarrollo y progreso de la gente. En último siglo, e incluso antes, los ingenios han propiciado el asentamiento y avance de pueblos, ciudades, escuelas, centros de salud y espacios comunitarios. Hoy, los programas sociales impulsados por las empresas del sector abarcan áreas como salud, educación, nutrición, deporte y el fortalecimiento del tejido comunitario. Esto ha permitido una enorme generación de empleo, mejorar la calidad de vida de miles de personas que forman parte de estas comunidades azucareras, y la consolidación de una identidad que alienta nuestra visión de futuro.
En definitiva, la industria azucarera ecuatoriana representa un modelo sólido de sostenibilidad integral. Su capacidad para generar energía limpia, su impacto económico en la creación de fuentes de empleo, su vínculo con el desarrollo de comunidades enteras y su apuesta por la innovación y la diversificación, la posicionan como un sector clave en la construcción de un Ecuador más productivo y equitativo, un Ecuador que cree en la sostenibilidad, como el mejor camino hacia el progreso y bienestar de su gente.